miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cómo viajan las mercancías

El pasado 18 de diciembre se publicó en El País un artículo sobre el transporte de mercancías titulado "Así viaja todo" (puede leerse aquí). El artículo es interesante porque, aunque bajo el prisma del relato de un periodista y, por tanto, sin esperar grandes profundidades técnicas, permite apreciar el funcionamiento del transporte de mercancías en grandes buques portacontenedores. Desde el punto de vista de quien explica transporte internacional de mercancías, es una lectura complementaria recomendable para sus alumnos, porque diferentes pasajes del texto permiten introducir interesantes aspectos de este régimen.


Uno, por ejemplo, son las referencias iniciales a los procedimientos de carga y descarga del buque por los operadores. Aunque el artículo no hace (lógicamente) la habitual mención a la frecuencia de los daños a las mercancías en estas fases, sí permite apreciar, por un lado, el ritmo al que se desarrollan estas operaciones y, sobre todo, la importancia de su celeridad, lo que permite entender rápidamente la importancia de la regulación convencional de este tipo de tareas y de cláusulas como las referidas a las estadías. Como recuerda el propio artículo:


“Cada minuto de atraque supone dinero. Navegar, en cambio, es casi gratis”

Igualmente interesantes son las referencias a la tripulación de buque y la nítida separación entre unos tripulantes y otros. El régimen de la gente del mar me queda bastante lejos, pero no lo suficiente como para no recordar la conexión entre las banderas de conveniencia y las condiciones laborales de la tripulación y la inevitable relación entre éstas y la seguridad marítima. Y ello, al margen del inevitable recordatorio de la clásica distinción entre los mundos de "arriba" y "abajo", por recordar la clásica serie británica, y de la efectista descripción de las condiciones de trabajo en un buque de estas características y, sobre todo, del trabajo en la sala de máquinas.

"A primera hora de nuestro primer día a bordo comenzamos a ser conscientes de la barrera cultural que marcará el viaje; 22 personas componen una tripulación radicalmente partida en dos: 11 coreanos y 11 indonesios que se comunican con un inglés gutural y farragoso. Los primeros son oficiales y maquinistas, personal formado en una de las dos grandes escuelas marítimas de Corea. Los segundos, del marinero al engrasador, pertenecen al escalafón más bajo, su salario de partida son 10 dólares al día, y suelen comenzar sus frases con un “yes, sir” o “no, sir”. Todos almuerzan y cenan a la misma hora, pero en comedores separados. Sus salas de recreo se encuentran en distintas plantas. Digamos que hay dos mundos a bordo. Norte y sur."


Para alguien que ha tenido que estudiar el régimen de carga y descarga de los buques las referencias al sistema de estiba de los mismos también es útil. Como es sabido, la tarea de la carga y la descarga no solo reviste importancia desde la perspectiva de su ejecución sin daños a las mercancías. La adecuada estiba de la mercancía en el interior del buque es necesaria no solo para evitar daños a las propias mercancías, sino también por la seguridad del buque



"un muro de contenedores que se pierde de proa a popa y cubre casi cada milímetro de la cubierta en bloques de cinco pisos aquí, cuatro allá, seis más adelante y así hasta el fi­­­nal, como el resultado de una mala partida de Tetris. Solo que aquí todo está medido para mantener la estabilidad del buque."



A todo ello se unen diferentes referencias sobre el volumen de mercancías transportadas, el flujo habitual de las mismas (y la preeminencia del recorrido Oriente-Occidente), el precio del transporte marítimo o las dimensiones de los buques. En definitiva, una buena lectura para recomendar a unos alumnos que deban enfrentarse al estudio del transporte.

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